El quid de la autoestima no está solo en saber si la tienes alta o baja, sino también en conocer su grado de resistencia a los acontecimientos de la vida cotidiana. Y es que funciona un poco como la Bolsa de valores: fluctúa. Las circunstancias y tu carácter son decisivos en su solidez. La hemos clasificado en cuatro tipos. ¿Con cuál de ellos te identificas?
- Alta y estable:
... Las circunstancias exteriores y los acontecimientos normales tienen poca influencia sobre la autoestima de la persona, que no dedica mucho tiempo ni energía a la promoción de su imagen porque no lo considera necesario.
- Alta e inestable:
Aunque elevada, la autoestima de estas personas puede sufrir grandes altibajos, especialmente cuando compiten con otros o se enfrentan a situaciones difíciles. Reaccionan mal ante la crítica y el fracaso, percibiéndolos como amenazas. Practican la autopromoción y abruman a los demás poniendo de relieve los éxitos que han conseguido, sus grandes cualidades o lo maravillosas que son.
- Baja y estable:
La autoestima se ve poco afectada por los acontecimientos exteriores, ni siquiera por los favorables. El sujeto parece consagrar pocos esfuerzos a la promoción de su imagen y su autoestima, cuyo bajo nivel, en cierta forma, acepta y padece.
- Baja e inestable:
La autoestima de estas personas es sensible y reactiva a los acontecimientos exteriores, sean positivos o negativos. Atraviesa fases en las que es más alta que de costumbre, y baja ante nuevas dificultades. La persona se esfuerza por darse una mejor imagen a sí misma y a los demás
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